Sumérgete paranoico en las áreas grises del poder en Argentina
Ver «mundo» – para ver
Desde el principio, hay algo invaluable, entre dos naciones, en yo visitoAmbientada en Argentina a principios de la década de 1980, en plena dictadura militar, su protagonista es un banquero suizo que habla español con un fuerte acento. Este primer largometraje, uno de los más prometedores de los últimos tiempos, ya que explora insólitos territorios de fantasía, es obra del joven director suizo Andreas Fontana. Nacido en Ginebra en 1982, vivió un tiempo en Buenos Aires y coescribió el guión Mariano Linas, figura grandiosa del cine argentino independiente Prepara en su haber una impresionante selección de películas de Laberinto (la flor2018).
La palabra «Azor», levantada en el título como un mantra, evoca en sí misma a una maravillosa criatura o deidad sudamericana, pero en realidad pertenece a la lengua vernácula suiza, donde encierra un llamado al silencio, por no decir mucho. Entonces, el secreto (bancario, pero no solo) es el motivador distintivo y el combustible discreto para una historia que aún incluye las áreas grises.
Yvan De Wiel (Fabrizio Rongione), director de un banco privado en Ginebra, llega con su esposa, Inès (Stéphanie Cléau), a una plaza de Buenos Aires por la policía, mientras su socio, un hombre llamado Keys, es voluble. Mientras recupera sus huellas, De Wiel hace rondas por sus adinerados clientes, con el fin de tranquilizarlos, y también indirectamente, con todas las pinzas posibles, alguna información sobre los desaparecidos.
Rumores extraños flotan en su cuenta, y se le atribuyen relaciones cuestionables, comportamiento inesperado, líos peligrosos y otras manipulaciones secretas. El banquero y su esposa atraviesan la junta argentina como un ganso de juguete, pasando por todas las «cajas» de la alta burguesía empresarial, en una serie de lugares de poder: lujosas villas con piscinas, vastas fincas en el corazón de la pampa, hipódromos , hoteles de lujo, circuitos de exhibición influyentes.
imagina lo peor
Avanzó con pasos amortiguados hechos de desacuerdos e intercambios ocultos, yo visito Báñate en un lenguaje pulido, el lenguaje de las élites, que es especialmente válido para lo que escondes, o haces audible media palabra. Bajo el barniz de usos codificados, este lenguaje empresarial resulta lleno de alusiones y mensajes a asimilar, ya veces cargado de amenazas, una cuestión de reptiles que brillan fingiendo ser otra cosa. Este oscurecimiento es el tema de la película, que nunca busca disipar, sino que por el contrario lo acaricia como un reservorio de fantasía, esta gran máquina paranoica deja al espectador imaginar lo peor.
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