Se me caen los brazos. La historia de los padres de Denis. domingo 2 de octubre de 2020

Se me caen los brazos.  La historia de los padres de Denis.  domingo 2 de octubre de 2020

Mis brazos se caen. Domingo 2 de octubre.

Es domingo, no voy a misa. Estoy en Bastia, estoy a cargo. Pero cambio de misa todas las noches cuando estoy en el escenario para presentar una película.

«Amigos de la cinefilia y de la cuenta regresiva, buenas noches…» que sirvo al subir al escenario ataviado con túnicas de iglesia: Hugo Boss y Todd’s. Camisa vintage de plumas de George, cuello alzado. Estoy haciendo mi sofá, un verdadero pollo.

Ayer por la noche estaba el «cosmonauta» de Nicholas Giroud, estaba allí, actor, guapo, joven, además yo parecía una calabaza. Tigre celoso. Pero el niño es encantador, hablador y emocionado.

Como crítico puedo ser un perro rabioso, pero en cuanto me rozo el hombro con los cineastas siento ternura. Tanto trabajo, tanta esperanza, tanta soledad.

La película Niko (Abrázame después de que presenté valientemente su trabajo evocando películas de cohetes de Mellis a Cuarón, creando conexiones) cuenta cómo un grupo de piratas construye una nave para ir al espacio. Bella, ingenua y cariñosa.

Afuera, el viento soplaba lo suficiente como para expulsar al general Tapioca, y la multitud estaba un poco desgreñada. Dos niños hablaron en la sala después del espectáculo. Uno quería saber cómo se hacía, la joven se preguntaba si realmente era razonable ir al espacio cuando la Tierra iba tan mal, precisando que sería astronauta cuando fuera grande. El cine siempre hace soñar a los niños y estoy seguro de que salvará el planeta.

Escribo esto al sol y suenan las campanas. Confiable. Son 25 años bajo el sol, y a mi lado es una pareja de Bastia de sesenta años hablando con los transeúntes. Ella es rubia hasta los pies, corpiño favorecedor, manicura francesa y tacones sentados. Tiene cabello argentino, un polo deportivo y parece que no se le puede molestar. Presentándose en el balcón, tomados de la mano, valientes ante los tiempos. Por eso los amo, incluso si Niko es más joven que yo y más animado.

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Es domingo y estoy lleno de cariño por el Homo sapiens.

Busco una nueva declaración de Sandrine Rousseau que confirme la disolución irreversible de su psique y no encuentro nada. Ella tiene que hacer un retiro chamánico en la secta del molino de viento. Mientras espero su regreso, estoy buscando un apodo para ella para definitivamente poder llevarla a mi carnaval de animales.

Eso es todo lo que encontré: Hermana Viandox. Espero obtener su aprobación.

© Dennis Barnet

La historia de Denis Barnett “Les bras m’en chute”, que todos sus lectores asimilan con su temperamento, nació hace treinta años en “Studio Magazine”, donde el autor nos hablaba de cine..

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